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-45- la toleranda en la vida privada que tantas veces hemos de manifestar; la confunden con la apatfa, la indiferen– cia y hasta.con la complicidad. Al que es de Dios y le aQ:1a, y ama la verdad, le importa mucho cuanto a Dios ofende y cuanto es mentira y error, y por lo mismo, se esfuerza en evitar la ofensa de Dios y vencer el inal con el bien. Pero al mismo tiempo sabe esperar, sabe decir la palabra oportuna, dar el consejo acertado, ejercitar el celo discreto, orar y llorar y amar por los pecadores obstinados: no los aborrece; convive con ellos en cuan– to su estado y profesión exigen: no hace ascos farisái– cos: no irrita sus llagas, sino que las embalsama con ca– rifío que al fín vence la dureza de las almas y las lleva a Dios. La santidad infinita de Jesús, no sufría menoscabo por inclinarse a tratar con publicanos y pecadores deseosos de escuchar sus palabras de vida eterna; eran estas como rayos de luz penetrando en el lodo sin mancharse, pero iluminando las conciencias mancha– das. El sabía que del cieno pueden brotar, y brotan fra– gantes flores: El, que no tenia pecado y había venido al mundo para borrarlo, declaró públicamente que había venido a buscar a los pecadores. Asfdeberemos proce– der nosotros obligados a terciar con extraviados y vi– ciosos, tendremos que amarlos, iluminarlos, vencerlos con la bondad, sin contaminarnos con su corrupción; vigilemos mucho sobre nuestro celo; no sea que dege– nere en farisáico por ser intolerantes con los que nos mo– lestan personalmente y nos 9fenden en nuestros gustos y opiniones, y al lanzamos en contra de ellos, pensamos que nos mueve el amor de la verdad, y nos extrafíamos

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