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-44- les severas y la metralla, porque turban su digestión y amenazan a sus arcas repletas. Son tolerantes hasta la complicidad con los princi– pios, pero intolerantes hasta la crueldad con las conse– cuencias y con los que las deducen en virtud de inven– cible lógica. Pensad vosotros si existe aún la raza mal– dita de los fariseos en la tierra, y concluid, que todos los ascos y escándalos que sufren al ver la firmeza de la Iglesia en mantener la verdad y la moral, lo mismo que la actitud de extrañeza que muestran por la infinita piedad con que oye y trata a los pecadores arrepenti– dos, prueban el abismo que los separa del Corazón de Jesucristo y de su _inteligencia. Argumento moral Nosotros discípulos de la escuela más pura en sus doctrinas, y del Maestro más Bueno y Misericordioso, debemos practicar la tolerancia cristiana en nuestra vi– da práctica. No podremos gloriarnos de que somos cris– tianamente condescendientes, si nos importa lo mismo la verdad que el error, lo malo que lo bueno; la igno– rancia del peligro y la bravura producen la serenidad ante la muerte; un paralítico y un soldado valiente que– dan igualmente inmóviles ante el enemigo que se acer– ca; un misericordioso y un apático son tolerantes, pero aquel lo es por conmiseración, por caridad, y este por indiferencia y cobardía; Jo mismo que el ignorante pa– rece bravo por desconocer el peligro y el paralítico fir– me, porque no· puede moverse. -Así entienden muchos
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