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Tercer Domingo después de Pentecostés La infinita misericordia de Jesucristo para con los pecadores, motivo de escándalo para los fariseos, nos ensefta la tolerancia cristiana y la confianza en Dios. Evangelio, según San Lucas (Cap, XV). En aquel tiempo: Solían los publicanos y peca• dores acercarse a Jesús para oírle,· y los fariseos y escribas murmuraban de eso diciendo: . Mirad como se familiariza con los pecadores, y come con ellos. Entonces les propuso esta parábola: ¿ Quien hay de vosotros que teniendo cien ov,jas, y habiendo perdido una de ellas, no deje las no• venta y nueve en la dehesa y no vaya en busca de la que se perdió, hasta encontrarla? En ha– [(ándola se la pone sobre los hombros.muy gozo– so;· y llegado a casa, convoca a sus amigos y · vecinos, diciéndoles: regocijaos conmigo, porque he hallado la oveja mla que se me había perdido. Os digo que a este modo habrá más fiesta en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve Justos que no tienen necesidad de penitencia, O qué mujer teniendo diez drac– mas o realE,lS de plata, si pierde una, no enciende
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