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-31- Argumento apologético Ante la libertad humana que puede aceptar o resis– tir a la verdad, se encuentra el apóstol, el misionero, el párroco, el pastor de almas, el amigo bueno, el celoso consejero que han de hablar en nombre de Dios al in– fiel, al extraviado, al pecador. El mandato de Dios ur– ge «clama ne ceses». dd... predicad, bautizad». dice el Maestro Divino, traducido por el Apóstol de las gentes; en aquella exhortación a Tito: «Insta oportune, importu• ne; argue, obsecra, increpa in omni patientia et doctri– na.» Es preciso salir, invitar, predicar, hablar con hu– mildad sí, y con ardiente caridad; pero sin cansarse an– te la obstinación del hombre a quien se busca en nom– bre de Dios. Es el «Compelle intrare» del Evangelio de hoy, argumento concluyente de que la voluntad de Dios es que todos se salven; voluntad soberana y misericor– '<liosa a un tiempo, razón primera de esa necesidad mo– ral indicada en la frase evangéiica. El apóstol no usa violencia externa; sino la influencia persuasiva interna que como la luz penetra por cualquiera hendidura que halle a su paso, y como el fuego y la emoción del buen ejemplo, se incorpora decididamente a la conciencia donde prende con la gracia divina. He aquí porqué el apostolado cristiano exige muchos quilates de caridad ' para con el prójimo: muchos. mas, de condescendencia para sus debilidades, mucha fe en la eficacia del au– xilio sobrenatural y mucho conocimiento del pobre co– razón humano, pues la mayor parte de las veces se trata de conquistar el corazón más que la inteligencia de quien nos oye, no tratamos de violentar su rnzón,
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