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-25- de que son muy listos, comienzan a darle vueltas al miste– rio, y a decir para si, o hablando con otros niflos mayores y quizá más malos: ¿Cómo puede ser eso de que Dios sea a un tiempo uno en esencia y tres Personas distintas?: y, · como no lo entienden, dudan, a lo mejor, de lo que apren-– dieron en el catecismo. Paseábase una vez por la orilla del mar africano un gran sabio muy pensativo; de repente se paraba, poníase la mano en la fr:ente, quedábase como abismado y luego daba grandes pasos por la arena; era San Agustín nada menos, que meditaba en la SSma. Trinidad, empefíado en penetrar el misterio. En una de sus vueltas se distrajo mirando, un niflo muy hermoso y rubio que había heho un hoyito en la arena de la playa, todo lo más cerca posible del agua, y, con una coneha, iba y venía trayendo agua y vaciándola en el hoyito. San Aguntín observó un buen rato lo afanoso que iba y venía sin cesar, y por fin lo in– terrumpió preguntándole qu.é era lo que estaba haciendo. El niflo, como sorprendido, le contestó; pues... estoy va– ciando todo el mar en este hoyo que he hecho en la arena .. Pero, mi querido nifío ¿cómo vas a conseguir ese imposi– ble?.. a lo que el precioso nifío replicó graciosamente; pues más imposible es que tu entiendas el misterio que andas meditando, queriendo meterlo dentro de tu limitada j,µteligencia ... y... desapareció el niflo rubio, dejando al grande hombre convencido de lo inútil de su empeflo. Im– posible era vaciar el océano en un agujero abierto en la playa, porque es millones de veces mayor que el: pues ¿cuántos millones de veces mayor que nuestra estrecha razón es la esencia divina?.. Por esto no la podemos com– prender: si pudiéramos hacerlo, sería tan pequefía como· nuestra cabeza; ¿No es verdad? Hay cosas que no se ven porque no tienen luz; y porque son :obscuras; pero hay otras también, que por tener excesiva luz, no pueden ver-

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