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-15- Maestro ensefiara a los doce Apóstoles, y el Espíritu San– to a cuantos lo reciben en el Bautismo y en la Confirma– ción. Ya veis como se ha propagado la Iglesia y cómo al llegar vosotros al mundo os habeis encontrado con la más. bella armonía de la doctrina celestial que os dice en vues– tra propia lengua lo que habeis de hacer para llegar has– ta el cielo. Si no hubiera sido por la :venida de Jesús al mundo, y porque, después de adoctrinarlo y redimirlo,, nos envió desde su cielo al Espíritu Santo, al nacer no• sotros hubiéramos encontrado la algarabía más horrible y la confusión de lenguas y de ideas más espantosa sobre Dios y sobre los hombres. Para unos las cebollas, los ga– tos y los perros, los cocodrilos, bueyes y serpientes, los:, montes y los volcanes eran dioses a quienes adoraban y ofrecían sacrificios de nifíos cruelmente descuartizados o quemados. Para otros los hombres eran dioses también, los reyes eran tiranos y disponían de vida y hacienda co-– mo duefíos y sefíores;. los hombres eran esclavos, las mu– jeres no tenían derechos civiles, los nifíos podían ser· muertos impunemente. Ya veis si tenemos que dar gra– cias a Dios por habernos hecho nacer dentro del Cristia– nismo donde reina la armonía más pura en cuanto atafie a nuestra vida de la tierra y a nuestros destinos del cielo– donde Dios es conocido y amado y adorado sin distinción– de lenguas ni de razas. Podeis vosotros trasladaros de un extremo a otro de la tierra y en todos oireis el mismo– Credo y las mismas oraciones. Es el prodigio de la unidad: religiosa y moral obrado por el Espíritu Santo y la Pro• pagación del Santo Evangelio. Aunque no asistiéramos al milagro de Pentecostés,, podemos ver cómo se verifica el fenómeno en cualquiera parte. A la salida del cenáculo donde estaban los discípu– los escondidos se les vió valerosos predicar el nombre de– Jesús, sin miedo.a nadie: en el primer sermón convirtió,

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