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-14- obreros enmarai'lados manoteando: preguntan los carrete– ros lo que sucede y nadie les entiende; en fin todos se dan cuenta de que están hablando lenguas distintas. ¡¡San– to Dios qué confusión!!; cientos y miles de orgullosos empei'lados en subirse con su torre hasta el cielo no pue– den ni andar por la tierra sin tropezarse unos con otros y rei'lir escandalosamente; aquello es Babel; huyen todos con su saco al hombro y abandonan la famosa torre; Dios los había confundido. Así comenzó la dispersión de los hijos de Adán por toda la tierra, y nacieron las distintas lenguas que en ella se hablan y que hacen extrai'los los hombres entre sí. Todo lo contrario de la torre de Babel había de ser la Iglesia de Jesucristo venido al mundo para reunir a todos los hombres en una sola creencia y en solo amor, endere– zar:sus pasos hacia el mismo destino y hacerlos colabo– rar en la obra de la Redención divina. Hace ya veinte si– glos que los Apóstoles recibieron el Espíritu Santo en el día de Pentecostés; al recibirlo lo primero que aprendie– ron fué a hablar todos una lengua que fuese comprendida por todos los hombres. Se dispersaron por el mundo y se produjo en todo él, el fenómeno maravilloso del cenácu– lo: hablaban a hombres de las más distintas nacionalida– des y razas y estos entendían las alabanzas tributadas al Sei'lor y lo que de parte de El se les predicaba, y se con– vertían y rezaban luego el mismo Credo y practicaban los mismos mandamientos y recibían los mismos Sacramen– tos; formaban una sola Iglesia, una sola familia, } sin ne– cesidad de torre de cal y ladrillos, se libraban del diluvio del pecado original por el Bautismo, y no tenían que te– ner ya miedo a las iras de Dios, porque El les llamaba hi– jos y ellos le llamaban «Padre nuestro que estás en los cielos», expresando en lenguas innumerables los mismos pensamientos y las mismas aspiraciones que el divino

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