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- 12- gico dominical y siempre que como Madre nos invite a orar con ella. Todas las oraciones litúrgicas están expre– sadas en prural, hablamos todos por boca del pontífice o del sacerdote que ora o bendice a Dios; a esa oración común está vinculada la especial promesa de ser escu– chada y favorablemente despachada; el Maestro divino afirmó sin ambajes que allí donde dos o tres están con– gregados en su nombre está El en medio de ellos para apoyar sus oraciones y sostener sus energías. Bien a las claras se vió esa asistencia en el cenáculo el día de Pen– tecostés. La poderosa expasión de fe y de amor común fueron el primer acto público de la religión cristiana.

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