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18 de nada hubiera servido nuestra vigilan– cia. (Salmos 122 y 125) . Yo levanto mis manos y mis ojos con alegría del que retorna ron las gavillas de mies después de los trabajos y los ri– gores de fa siembra; con la alegría de quien retorna del drstierro. 1 uestro re– torno, que pudo parecer un sueño, es una hermosa realidad ; y traemos los ojos llenos de son risas y los labios lle– nos de cantares. Cosa=,, cosas grandes hi– zo entonces Dios por nuestras humildes manos; y puede volver a hacerlas, pues la mano de Dios sigue abierta derraman– do gracias. (Viene de la pág. 14) seis de la tarde; comenzaba a anochecer. Con Fr. Avelino de Ventosa salimos inmediatamen– te a recogerlos; con dos vehículos motorizados de la Misión; los motilones llegaban en aque– llos momentos con el P. Epifanio a la quebra– da de Peraya, como a cuatro kilómetros de nuestro Centro Misional. Al ver la luz de los focos de la camioneta sintieron miedo y se acercaron temblando el P. Epifanio; con el fin de que recuperasen la tranquilidad, encendf la luz del interior para que vieran al que venía manejando; al reconocerme todos se llenaron de alegría y sin dificultad se acomodaron en '11uestros dos vehículos, para hacer su prime– ra entrada t riunfal en la Misión. Divisaron des– de el cerro cercano las luces de los edificios VENEZUELA MISIONERA Yo levanto mis manos para repetir so– bre voso tros como súplica las palabra~. q ue tantas veces saldrían de los labios de vuestro P ad re Fundador como doc– trina: "Porque habéis honrado a vuestro paclre y a n1estra madre, como el Señor n1estro os lo tenía mandado, que viva is largos aííos y seais muy felices en la tie– rra, q ue el Señor vuestro os d io por cuna : en la abierta rnbana. '·toda cami– nos como la esperanza", "junto al espe– jo de las grandes lagunas con sus mori– chales, a la vera del río caudaloso". Así sea. Fray Cesúreo de A rmellada. misionales e hicieron demostraciones de que llegaban a un lugar conocido, que era nuest ra casa, que iba a ser también la suya, a la que t antas veces se habían acercado a aquellas mismas horas, pero en plan distinto. Todos los habitantes de la Misión acudieron a presenciar el acontecimiento. Los mot ilones se sintieron en extremo felices y nosotros dá– bamos infinitas gracias a Dios y a la Virgen Santísima, cuya fest ividad nos hacía gozar de este espect áculo. El 18 de noviembre de 1960 cierra la primera etapa del pacífico contacto con los motilones, iniciada el día 22 de julio para gloria de Dios. Fr. ADOLFO DE VILLAMAfMN Misionero Capuchino.

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