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Dios le concederá ser casto en cualquier estado en que se encuentre. Los maestros de la vida espiri– tual suelen aconsejar la oración constante, la mor– tificación moderada, la fuga de las ocasiones, la hu– mildad profunda, la frecuencia de los sacr:i:mentos, la meditación de las máximas eternas..., la devo– ci6n a la Pasi6n del Señor, a la divina Eucaristía, y, de una manera muy especial, la devoci6n cons– tante y filial a la Madre celestial. II. CASTIDAD DE MARÍA La castidad de María se impone con tanta cla– ridad que no es necesario probarla. Recordemos algunos pasos de su vida. Su Presentaci6n en el templo como niña que se consagra a Dios. Su res– puesta al Angel en la Anunciación: ¿ Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón ? El ángel revel6 a San José el misterio de la con– cepción de Jesús, y le tranquilizó diciendo: "José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a Ma– ría, tu esposa, pues lo concebido en Ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados." Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había anunciado - 88-
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