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desde jovencito fué muy devoto de la Virgen, y repetía con frecuencia el A ve María y las reverencias delante de la imagen de la Reina del cielo. Hacia la edad de 20 años recibió una visita de la Virgen, rodeada de los Angeles, que le invitaba al servicio de Dios en la Orden de los Siervos de María. Bajo la ,dirección de San Felipe Benizi hizo grandes progresos en la vida espiritual. Ordenado sacerdote ninguna cosa amaba más que celebrar la misa con fe y devoción. Comprendiendo la vocación de Siervo de María, se consagró totalmente al amor de la Virgen y estimulaba a todos en el púlpito, en el confesionario y en todas las ocasiones que se le presentaban a honrar y amar a la Reina celestial. El tiempo que le restaba libre de los ministerios permanecía en oración rogando y alabando a la Virgen. María le' premió la devoción apareciéndosele en for– ma de una noble señora que le presentó un ramillete de flores fresquísimas y le confortó. Próximo a la muer– te se le apareció de nuevo llena de resplandor invi– tándole al paraíso. Murió en la fiesta de la Ascensión, el año 1328, recitando las palabras de Jesús: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Recordemos las apariciones de la' Virg1m a sus sier,– vos y devotos, como a San Ildefonso, Arzobispo de To– ledo; a San Bernardo, Abad de Claraval; a San Fran– cisco, Fundador de la Orden de Frailes Menores; a San Antonio de Padua; a San Félix de Catalicio, capu– chino; al Beato Crispín de Viterbo, también capuchi– no; a Santa Bernadetta Soubirous; a los Videntes de Fátima, y otras muchas personas, a las cuales la Vir- - 8,:1,,,,.,..

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