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Suele ir mezclado con el interés, el egoísmo, las preferencias y con los motivos humanos. El amor de María fué siem_¡:;re y totalmente puro, según los principios de la fe y de la recta razón. Tenía la pureza de intención en todo su obrar, miraba sólo a la voluntad divina. María era un hermoso Palacio, donde habitó el Gran Rey. Un Santuario limpio y adornado para la Santísima Trinidad. Una Ciudad, Civitas Dei, donde Dios vivía tranquilamente y se recreaba en su belleza encantadora. II. MARÍA FUÉ LA CRIATURA MÁS PURA María Santísima es una pura criatura salida de las manos del Omnipotente. Entre todas las obras maravillosas que salieron de sus manos, ninguna tan pura como la Virgen Inmaculada, destinada a ser la Madre del Verbo Encarnado. Es el águila real, que se rernonta sobre toda otra criatura. La más pura de todos los santos en par- ticular y en general. Ninguno la iguala en pureza y en santidad. Ocupa el primer lugar en la jerar– quía de las simples criaturas. Convenía que la san– tidad de María fuese tal que no se pudiera cono• cer otra igual después de Jesús. Ninguna criatura ----- 76 -

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