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el que comulga recibe y se une real y físicamente a Cristo, es decir, a su cuerpo, sangre, alma y divi– nidad. j U ni6n maravillosa! j La uni6n hipostática y uni6n eucarística! j Misterios de amor y misterios de fe! Hay escritores que afirman que María, después de la Ascensi6n de su Hijo, recibi6 también la Eu– caristía, gozó por tanto de esta unión eucarística. ¿ Qué emoción no sentiría al considerar que tenía en sí misma al que llev6 en su inmaculado seno nueve meses ? ¿ Qué aumento de gracia, de unión íntima no se realizaría en cada comuni6n? ¿ Quién es capaz de comprenderla? ¡ Oh qué dicha poder unirse todos los días sacra– mentalmente con Jesús! ¡Llevarle mientras duran las especies sacramentales con nosotros! ¡ Ser ta– bernáculos de Jesús! ¡Jesús es nuestra comida y nuestra bebida1 El que come mi carne y bebe mi sangre tendrá la vida eterna. Yo soy la resurrec– ción y la vida. El que come de este pan vivirá eter– namente. IV. NECESIDAD DE LA GRACIA EN LOS INFIELES Para .la salvaci6n eterna del alma es absoluta– mente necesaria la gracia santificante. Ahora bien: ¿ cómo la consiguen los infieles adultos negativos, -6$.~

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