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mismo modo hagamos también nosotros, confe– sando que el Fruto de María es verdaderamente el Hijo de -I}jos, (:1 Verbo Encarnado, el Ungido Rey y Sacerdote. En El el Padre ha querido recapitular todas las cosas y que sea el Primogénito de toda criatura. Esta unci6n perfumada de la gracia se difunde de la Cabeza por todo el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia, o todos los cristianos. Algunos escritores dicen que María es como el cuello entre la Cabeza y los miembros, en cuanto Ella es la Medianera de todas las gracias. Precisa– mente a través del cueHo pasa la sangre y se di– funde por todo el organismo humano. María trabaja con insistencia para obtener que del Cristo Cabeza desciendan sin interrupción so~ bre todos los miembros del Cuerpo Místico torren– tes de gracia. Dios ha dispuesto que María sea la Tesorera de sus riquezas, la Plenipotencaria de sus facultades, la Medianera de sus misericordias, la Madre de la Iglesia, de Cristo o de su Cuerpo Mís– tico. Ella, como Madre solícita, nos nutre espiri– tualmente p,;>r medio de la gracia merecida por Jesús. Jesús viene a nosotros por María; nosotros va– yamos a Jesús por María. Ella nos comunica los dones, nosotros ofrezcamos a Jesús las oblaciones por medí,;> de su Madre y la nuestra. ...,,.,SS -

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