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l. MARÍA, MADRE AFECTUOSA DE JESÚS Después de la Anunciaci6n del Angel en Na– zaret, parecía natural que Jesús naciera en esta ciudad; sin embargo, estaba profetizado que debía nacer en Belén. Un edicto de César Augusto, que ordenaba un segundo censo de todos los súbditos del imperio, oblig6 a María Santísima y a San José a salir de Nazaret e ir a Belén, de donde descendían los dos. j Cuán admirable es la Providencia, la cual para realizar sus planes se sirve a veces de ' acontecimientos en apariencia del todo extraños! El 'camino era largo, el tiempo invernal, y María y José no eran ricos para hacer el viaje con como– didades. Habiendo llegado ·a Belén, después de penoso caminar, no encontraron albergue. en la pe– queña ciudad, ni aún entre sus parientes. y cono– cidos. Tuvieron que retirarse a una gruta, refugio de pastores y animales. En aquel lugar, pobre y desamparado, en medio del silencio de la noche; María Inmaculada di6 a la luz del mundo al Ver– bo Encarnado, al Hijo del Altísimo, al Mesías prometido, a Jesús, Salvador del mundo... ¿ Qué haría en aquellos solemnes momentos Ma– ría Santísima? Ella se maravillaba c6mo siendo
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