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Tú, que al pie de la cruz le oíste pronunciar en su dolorosa agonía las angustiosas palabras: "Tengo sed", piensa que tenía sed de amor y de compasión. i Oh Reina de las Misiones!, haz que todos los infie– les comprendan y amen a tu Hijo. Tú, que en el Monte Calvario escuchaste de los mo– ribundos labios de tu Santísimo Hijo las palabras que te declaraban Madre de toda la Humanidad, salva a los infieles. "Mujer, ¡eh ahí a tus hiios!", te dijo el Salv11.dor. ¡ Madre, no nos olvides! A Ti claman suplicantes y con anhelo los desterrados hijos de Eva. ¡Madre, sálvanos!, rn:itan los infieles. No rechaces, oh Madre, del Verbo ,us súplicas y las nuestras; inclina benigna tus; oídos y escúchanos. ¡ Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Reina de las Misiones, salvad al mundo entero. ¡ Oh Maestra de los Apóstoles!, manda más wisione– ros, suscita más vocaciones de ambos sexos que vayan con celo y ardor al campo misionero para recoger las mieses maduras para la recolección. ¡Reina de las Misiones y de los misioneros;, reina en todo el mundo católico y no católico, reina en el universo mundo para que mediante tu reino venga también el de Jesús. Regnum Christi per Regnum Mariae. - 558 -

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