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Tú, fortaleza de los Mártires, ejemplo de los con– fesores, honor y alegría de las vírgenes. Tú, para librar al hombre desterrado, recibiste en tu seno al Hijo de Dios. Por Ti, vencido nuestro antiguo enemigo, ha sido abierto a los fieles el reino de los cielos. Tú estás sentada con tu Hijo a la diestra del Padre. Ruega por nosotros, Virgen María, a Aquel que cree– nos ha de venir a juzgarnos. A Ti pedimos que socorras a nosotros tus siervos, redimidos con la preciosa sangre de tu Hijo. Haz, Virgen piadosa, que con tus santos seamos re– compensados en la gloria eterna. Salva, Señora, a tu pueblo para que seamos partí- cipes de la herencia de tu Hijo. Rígenos y guárdanos eternamente. Cada día, oh piadosa, te saludamos. Y deseamos alabarte por toda la eternidad con el corazón y con la lengua. Dígnate, dulce María, ahora y siempre, conservarnos sin pecado. Ten misericordia de nosotros, oh piadosa, ten mise– ricordia de nosotros. Venga sobre nosotros tu gran misericordia, porque en Ti, oh Virgen, confiamos. En Ti, dulce María, esperamos; defiéndenos eterna– ·mente. A Ti conviene la alabanza, a Ti conviene el impe– rio, para Ti el poder y la gloria por lo~ siglos de los siglos. Así sea. - 554-

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