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etcétera, pidiéndola que ruege por nosotros a su Hijo Jesucristo y escuche nuestras súplicas. Al fin es necesario recurrir de nuevo a la Divina Clemencia para que nos .sea propicia y se digne oírnos. Se terminan· con el. símbolo metafórico del Cordero de Dios, repetido tres veces. San Juan Bautista dijo: "He aquí el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo" (225). El Evangelista San Juan, en el Apocalipsis, escribe hasta veintisiete veces la palabra Cordero de Dios. "Miré y · vi una muchedumbre grande, que nadie podía contar, de toda naci6n, tribu, pueblo y lengua, que estab;m delante del trono del Cordero, vestidos de túnicas blancas .· y con palmas en sm 'ruanos. Clamaban coü grande voz diciendo: "Sa– lod a nuestro Dios, al que está sentado en el tro– n'.ó y al Cordero" .(226). 'jesús es el Cordero de Dios que nos lav6. y redi– mió con su sangre preciosa. Es el Cordero de Dios sacro y venerado, inocente y puro, humilde y man. so que se· sacrific6 en la Cruz por todos los hom– btes. Con este símbolo por tres veces le suplica– mos:· 'l.0 Para que nos perdone nuestros pecados, can– cele nuestras cUlpas y pague nuestras deudas. (225) Joann., I, 29. (226) Apoc., VII, 9-10.

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