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III. Los MISIONEROS, HERALDOS DE LA PAZ Los Apóstoles reciben de Jesús el mandato de predicar el reino de la paz. De extender el reina– do pacífico de Jesús por toda la tierra. La conquis– ta del mundo entero para Cristo es una conquista pacífica. No combaten con las armas, ni matan a los hombres, ni destruyen las ciudades, ni siem– bran la desolación y la ruina como los ejércitos belicosos. Cnoquistan los corazones y las personas con la perdicación, con la persuasión, con la gra– cia y con el amor, dejando libres las voluntades. Conquistan respetando los derechos de todos y de cada uno. Dominan conservando las culturas y perfeccionando a los pueblos. Los misioneros son como otros tantos Cristos que pasan haciendo el bien a todos y anunciando la paz. San Francisco de Asís, apóstol de la Edad Media, dijo de sí mis– mo que era el Heraldo del Gran Rey y que anun– ciaba la paz y el bien. Los misioneros trabajan por establecer el impe– rio universal de Cristo y de María, predicando la verdad, el orden, la justicia, la santidad, bases in– dispensables para la paz verdadera. Esa paz que no puede dar el mundo y las pasiones, sino sólo el ,.,,,.. ~J~ .,,,,,
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