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de paz! Se siguen males físicos, morales, familiares, sociales y mundiales por la ausencia de la paz. j Cuántos trastornos causan las guerras, los litigios, las insidias, las intromisiones o invasiones injustas y ambiciones! Para gozar de la paz individual y colectiva es necesario dominar las pasiones, los apetitos desor– denados, las malas .inclinaciones, el egoísmo, el amor propio, la excesiva sensibilidad. II. MARÍA, REINA DE LA PAZ Jesús es el Príncipe de la paz, y con este .gran don entró en el mundo (220). Predicó la paz du– rante su vida mortal. Después de su Resurrección se aparece a los Apóstoles y les dice: "La paz sea con vosotros" (221). "La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da os la doy yo. No se turbe vuestro corazón ni se intimide" (222). Siendo Jesús el Rey pacífico, proporcionalmente podemos atribuir a su Madre y nuestra Madre el título de la Reina de la Paz. Se atribuye por parti– cipación a Ella lo que por naturaleza pertenece al (220) Matt., VIII, 1L (221) /oann., XX, 19. (222) !B., XIV, 27. - 536-
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