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conservado cristiano. No creo que por esto he deshon• rado la Escuela Politécnica." ¡Bien!, gritaron de to– das partes. j He aquí uno que tiene valor! Un ilustre mariscal, testimonio de la escena, extiende su mano al soldado y le dice con profunda conmoción: "¡ Valiente, amigo!, cuando se tiene valor para confesar y mani– festar públicamente las propias convicciones y la pro· pia fe, se tendrá también para defender el propio país y morir por la patria." El Rosario nos dará valor para propagar la fe, de– fenderla y, si es necesario, morir por ella. II. Miguel es un convertido de Tanganica que acom– paña al Padre Tomás en una larga expedición apostó– lica. "Padre, tengo que decirte una cosa." "¿ Qué quie– res, hijo mío?" "Ayer por la tarde olvidé sobre el lu– gar donde estuvimos el rosario, quiero ir a buscarlo." "¿ Cómo, quieres volver a recorrer sesenta kilómetroG po:r; un terreno peligroso lleno de animales feroces, atravesando ríos donde hay cocodrilos?" "No vale la pena, Padre; usted tiene razón, pero aquel rosario es el de mi bautismo y lo quiero conservar toda la vida e.orno recuerdo inestimable." "Pero pie11sa, Miguel, que tenemos que continuar nuestro camino, todavía bastan– te largo." "Sí, Padre, es verdad, pero yo quiero i:ener mi rosario." Todo fué inútil. Tuvo que dejarle ir a buscar su rosario. Episodio expresivo. Hace ese sacri– ficio para conservar su rosario. Jesús dijo a los he– breos que otros vendrían a ocupar el puesto de los hi– jos predilectos (218). (218) Matt., VIII, 11. - 530-

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