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do se quiere. Es muy barato, y aun los pobres pue– den fácilmente adquirirlo. Es muy durable, aun– que con frecuencia y diariamente se pasen sus ho– jas. Le puede usar y leer también los ciegos, los ignorantes, los ancianos y los niños. No se necesi– ta luz para leer. Se le puede llevar en los viajes, dormidos y despiertos. Los santos y los enfermos, en la cama y fuera de ella, pueden disponer de esta arma espiritual que nos defiende de toda da– se de enemigos. III. LA PRÁCTICA DEL RosARIO El Rosario es un libro de oraci6n muy práctico. Julio II llamaba a esta devoci6n una buena y feliz compañía. Esta devoción es de uso universal. La practican las familias cristianás en el hogar; los soldados, en la mílicia; los Institutos religiosos, en tbdas sus. comunidades, y en muchos constituye una parte integrante de su divisa, o una obligación particular. La practican los sabios y los ignorantes. Los hombres célebres, artistas, sabios, los genios, políticos ... - Un amigo conocido, estando hablando de cosas religiosas, dijo: "No; no puedo dar mi juicio, por– que yo no creo nada." Estaba pr6:ximo un sacer- ;_ 527 -
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