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de Tolosa erá mucho más grande que la de Sim6n ae Montfort, ésta, protegida por la Virgen, venci6 dejando millares de enemigos sobre el campo de batalla. · · Mientras los soldados cat61icos'combatían a los herejes albigenses, Santo Domingo, éonducido pro– videncialmente al teatró de la guerra, buscaba la conversi6n de aquellos desventurados. Lloraba y rogaba a la Virgen la victoria de Jos buenos sobre los malos. Se cuenta que entonces se le apáreci6 la Virgen, le éonfort6 y le present6 un remedio para tantos males: el Santo Rosario y enseñar esta devoci6n a los fieles~ que era tan agradable a su Hijo y á sí misma. Esta era la espada para abatir la herejía y corregir tantos vicios v ob– tener de Dios las divinas misericordias. Santo Domingo, animado con esta aparici6n, enseñ6 v predic6 h f6rmula del Rosario y mientras Sim6n de Montfort combatía, el Santo exhortaba en la iglesia oarroquial y recitaba con los fieles ~l Ave María del Rosario. i El año 1571 el Sumo Pontífice San Pío V, que– riendo salvar a Europa de la invasi6n turca, or– ganiz6 una Liga de los Príncipes cristianos para abatir a la Media Luna. La flota de los turcos ·coni:ába trescientas haves de guerra; la de los cris– tianos, doscientas hueve; Los dos e1étcitos pernial ¡..;;. 523 -l
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