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José, con los ángeles y los santos. Nos ponemos a la sombra del Amado y descansamos con El. Tratando de la oración del Rosario podríamos decir muchas cosas a toda clase de almas pecado_ras, tibias o fer– vorosas, pero para no alargarnos pondremos a con– sideración los puntos siguiente: I. Origen del Santo Rosario. II. Excelencias del· Santísimo Rosario. III. Práctica del Santísimo Rosario. IV. El Rosario Misionero. I. ÜRIGEN DEL RosARIO En los siglos xn y xrn la herejía albigense se había extendido por el Mediodía de Francia. Los albigenses negaban la divinidad de Jesucristo, la Virginidad de María Santísima, los sacramentos y, además, cumplían los más graves desórdenes mo– rales. Se organizó una cruzada contra estos herejes que amenazaban los fundamentos de la Iglesia, dt: la familia y de la sociedad; Capitaneaba a los albi genses Raimundo, conde de Tolosa, y Pedro, re) de Aragón. Por la parte católica, el bueno y ani moso Simón de Montfort. Después de algunos en cuentros parciales, se <lió la batalla memorable er Muret el año 1213, el jueves infraoctava de la Na tividad de María. Y mientras la armada del cond - 522-

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