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de virginidad, por motivos sobrenaturales y en sí considerado, es más perfecto que el del matrimo– nio. La Iglesia lo ha tenido siempre en honor. Aún los paganos honraban a las doncellas vírgenes lla– madas Vestales. EJEMPLO.-Entre los Fundadores que la Virgen San– tísima eligió para establecer la Orden de los Servitas, foé singularmente ilustre por la pureza San Alejo Fal– conieri. Nacido en Florencia de noble y rica familia, a principios del siglo XIII, se dedicó desde la juventud a las obras de piedad, distinguiéndose de modo espe– cial en la tierna devoción a la Reina de las Vírgenes. Procuró con todo esmero evitar todo aquello que pu– diera manchar en lo más mínimo la santa pureza. Para mejor conseguirla, se dedicó a la oración y a la penitencia. Por la gran pureza de alma y de cuerpo, mereció ser uno de los Fundadores de la Orden de los Servitas. Habiéndose consagrado completamente al ser– vicio de María Santísima, se dedicó con todo empeño a la mortificación de los sentidos, para conservar in– tacto el blanco lirio de la castidad. Después de una larga vida, llena de favores celestiales, habiendo en– fermado gravemente, fué consolado con una visión del Niño Jesús, el cual le puso en la cabeza una corona de rosas, símbolo de la ilibada castidad. Habiendo des– pués recitado el santo viejo cien Ave Marías, como te– nía de costumbre, el día 17 de febrero de 1310, a los ciento diez años de edad, voló al cielo para recibir el premio de sus méritos y para contemplar al Cordero Inmaculado, en el coro de las vírgenes. El 24 de agosto de 1935 publicaba el Osservatore - 48 -
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