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Santos; es el monte de santidad más elevado, más sublime, más excelso. Podemos aproximarnos a la meta, pero igualarlo jamás. Es, pues, María Reina de todos los Santos por su santidad excelsa e incomparable. Jesús es la causa principal meritoria de todas las gracias. María es la causa secundaria y subordinada. Jesús es la fuente perenne; María es el canal por el cual las aguas vivas de la santidad llegan a las almas. Jesús es la causa principal que merece; Ma– ría es la causa suplicante que obtiene. Jesús es la Omnipotencia por esencia; María es la plenipoten– ciaria y distribuidora por participación. Jesús Me– diador del Padre, por naturaleza; María Medianera por voluntad y misión de la Santísima Trinidad. Jesús es la fuente de donde procede toda santi– dad, María es el canal por el cual llegan a nosotros las gracias. III. IMITEMOS A LOS SANTOS Los Santos son nuestros intercesores en el cielo; son los modelos que debemos imitar si queremos llegar a la santidad. Pero al mismo tiempo nos sir– ven también de estímulo y de motivo de esperanza. Si tantos y tantas de nuestra condición, llenos de -'.498 -
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