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La Iglesia aplica a la Virgen estas palabras del Eclesiástico: "Como cedro del Líbano crecí, como ciprés de los montes del Herm6n. Crecí como pal– ma de Engadi, como rosal de J eric6. Como her- maso olivo en la llanura, como plátano junto a las aguas. Como la canela y el bálsamo aromático ex– halé mi aroma y como la mirra escogida de suave olor" (213). No hay comparaciones adecuadas en las criatu– ras para expresar la pureza virginal de María, ni el lenguaje humano encuentra palabras suficien– temente expresivas para ponderar la elevación de sus virtudes. María es el tipo ideal de las vírgenes cristianas. Hacia el siglo m la consagración de las donce- 1las al estado virginal se verificaba mediante una solemne ceremonia celebrada por el Obispo y se llamaba Velatio virginis. A este rito se asociaba el significado de una especie de matrimonio místico con Cristo. Una escena de la Velación se encuentra en un fresco de las Catacumbas de Priscila en Roma (siglos m-1v). Allí el Obispo indica como modelo de la Virgen Velada a Ma:·ía Santísima. (213) Eccli., XXIV, 17-20. - 488 -
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