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oculta sin publicidad, pero que están gozando de Dios con una gloria incomparable y resplandecen como estrellas de primera magnitud ? Los Santos se distinguieron más en una virtud que en otra, según los destinos de la Providencia y la misión que Dios les confió sobre la tierra. Pero sobre todos ellos sobresale la Virgen Inmaculada, que practicó en grado sublime todas las virtudes. Cuando invocamos a la Virgen Reina de los Confesores, podemos representarnos esa pléyade de Santos Papas, Cardenales, Obispos, Doctores, Aba– des, sacerdotes y simples fieles que dieron testimo– nio de Cristo con el ejercicio de las virtudes cris– tianas. Todos ellos forman una corona de gloria en torno al Trono de la Reina del cielo y de la tierra. III. SIGAMOS sus HUELLAS Todos los Santos Confesores, de cualquier cate– goría que sean, pueden servir de modelo para la santidad. Todos han practicado las virtudes de un modo heroico para subir oficialmente a los altar~s. En el catálogo de la Iglesia se enumeran de toch, las edades, condiciones sociales y países del mundo. Ellos son nuestros intercesores en el cielo, pero - 480 - .

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