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cía: "Hallo, pues, esta ley, que al querer yo hacer el bien, me encuentro con el mal en las manos: pues me complazco en la ley de Dios según el hombre interior; mas veo otra ley en mis miem– bros, que p:uerrea contra la ley de mi razón v me tiene aprisionado como cautivo en la ley del pe– cado, que está en mis miembros. Desventurado de mí. ¿ Ouién me librará del cuerpo de esta muer– te?" (5). La gracia de Dios, con nuestra débil cooperación, nos podrá salvar de todas las insidias de los enemigos para obtener el triunfo del espí– ritu sobre la carne. Jesús mismo decía: "Si alguno quiere ser mi <liscíoulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz todos los días, y sígame". Para conservar la virginidad y castidad es nece– sario seguir el consejo de Jesús a los Apóstoles: Vigilate et orate. Vigilar sobre los sentidos y orar con fervor. Huir de las ocasiones, de los ambientes poco favorables, mortificar los sentidos, no frecuen– tar espectáculos poco recomendables, fortificar nuestro espíritu con la oraci6n constante, humilde v fervorosa. · Vivir alerta y no dormirse, porque los enemigos del alma están siempre acechando para buscar a quien devorar. (5) Rom., VII, 21-24. -44-
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