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Además, Jesús designó a otros setenta y dos y los envió de dos en dos, delante de sí, a toda ciu– dad y lugar adonde El había de venir, y les dijo: "La mies es mucha, y los obreros, pocos; rogad, pues, al amo que mande operarios a su mies" (194). Después de su Resurrección se apareció Jesús a los once y les comunicó sus potestades, y les man– dó evangelizar el mundo entero: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; id, pues, en– señad a todas las gentes, bautizándolas en el nom– bre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en– señándoles a observar todo cuanto yo os he man– dado. Yo estaré con vosotros siempre hasta la con– sumación del mundo" (195). Recibido el Espíritu Santo el día de Pentecostés, instruídos y transformados se dispersaron por todo el mundo para cumplir el mandato del Maestro y predicar la fe a todas las gentes y plantar la Igle– sia en todos los lugares. Desde entonces nunca ha cesado la marcha misionera a través de los siglos, y continúa aún predicando el Evangelio a toda criatura. El apostolado ha continuado y continuará siem– pre hasta que la Iglesia, fundada por Dios como (194) Luc., X, 1-2. (195) Matt., XXVlll, 18-20. - 454-
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