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al pueblo de Dios y exhortarle a que siguiera los caminos que la divina Providencia le había trazado ' y a que cumpliera la misión que se le había confia- do. Admiramos a los cuatro grandes Profetas. Se llaman grandes porque escribieron con mayor ex– tensión que los demás. Isaías, que describe con vi– vas imágenes, y diríamos que casi como historia– dor, la Pasión y los triunfos del Mesías; Jeremías, llama a la penitencia anunciando las calamidades que habían de venir sobre Jerusalén; Ezequiel y Daniel, viviendo en el destierro confortan a sus her– manos dispersos y preanuncian al futuro Liber– tador. Los doce Profetas Menores son: Oseas, Joel, Amos, Abías, Jonás, Miqueas, Nahún, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías. Aunque sus profecías son menores en extensión, sin embargo, son auténticas, lo mismo que las de los Mayores. Yavé manifestaba su voluntad por medio de los Profetas. Su misión era anunciar la venida del Re– dentor y procurar con amenazas y promesas que el pueblo elegido observara la Ley y preparar el advenimiento de Jesucristo, al cual, después de la resurrección del hijo de la viuda de Naín, la mu– chedumbre le glorificaba diciendo: "Un gran Profeta se ha levantado sobre nosotros, y Dios ha - 444 -

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