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plazas para exclamar: "Jesús, Hijo de David, te• ned piedad de nosotros" (185). Los Patriarcas eran los antepasados remotos del Mesías, los custodios de sus promesas; pero en María se realizaron maravillosamente. La Nueva Alianza sustituye a la Antigua. La realidad a la fi– gura. El pacto de Nazaret obtiene su confirmaci6n en el Calvario. Allí María, mejor que Abrah'án, ofrece la víctima verdadera y de valor infinito que redimirá a la Humanidad. La jerarquía constituída de patriarcas, de sacer, dotes, de santos, de héroes termina en María, la Madre del Salvador. Dios concedió grandes dones a los Patriarcas, pero a todos superó María, a la cual el Arcángel saluda llena de gracia y bendita entre todas las mujeres. Dios, en la plenitud de los tiempos, cumpli6 la promesa de enviar el futuro Redentor Encarnado en el seno inmaculado de María, de la tribu de Judá y de la estirpe de David. III. ¡TooAvÍA EN TINIEBLAS! A pesar de las promesas hechas por Dios a los Patriarcas y de las realizaciones .en la plenitud de los tiempos por la Encarnación y Redención del (185) Luc., XX, 44. - 437 -

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