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c10n, de tanta gloria y de tanta felicidad. Pidámosla gracia para conocer y apreciar este misterio como con– viene. Pongámonos siempre bajo su manto materno y misericordioso para que nos proteja continuamente, a fj_n de que se cumplan en nosotros los fines de la En– carnación y de la Maternidad divina. ¡ Oh María!, creo, con toda mi mente y todas las fuerzas de mi alma, que Tú eres la Madre de Dios, por la cual tuvo principio nuestra salud. Haz que con esta fe profunda, radicada en el corazón y con las buenas obras vivificadas por tu gracia, exhale mi alma en tus manos maternales. Tú, Madre de Dios y Madre mía, preséntala al trono de tu Hijo, porque en tus manos está mi salvación (3). Propósitos.-Propongo profesar una profunda devo– ción a la divina Maternidad y predicar las grandezas de María, Madre de Dios. Que todas las gentes conoz– can la Encarnación del Verbo para salvación del mun– do; y que todos los hombres y los pueblos de la tierra reconozcan a María Inmaculada por Madre de Dios y Madre espiritual d.e los hombres. De su consentimien– to a la Encarnación depende la Maternidad divina y la protección espiritual que dispensa a todos los que a Ella recurren. María, muestra que eres Madre. Yo tam– bién quiero mostrar prácticamente que soy tu hijo amante. (3) Gen., XLVII, 25.
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