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glos de los siglos, cetro de equidad es el cetro de tu reino" (180). Jesucristo es el Rey de toda la corte celestial. To– dos los ángeles son sus ministros. Si el Verbo Encarnado es Rey de los Angeles y del universo entero, también la Madre del Verbo, según la carne, ser.i la Reina, a cuyo servicio Dios puso los coros de los Angeles. A la humilde casita de Nazaret desciende el Ar– cángel San Gabriel para cumplir la misión del Altísimo y anunciar el misterio de la Encarnación. Luego que María da su consentimiento, vuelve al cielo. María se constituye por obra del Espíritu Santo la Madre del Verbo, cuya dignidad supera a todos los ángeles. De la realeza de Jesús se sigue, por consecuencia, la realeza de María. Lo recono– ce la Iglesia en su liturgia cuado dice: "Exaltata est Maria super choras angelorum ad coelestia regna" (181). Los ángeles buenos reconocen y adoran reveren– tes al Verbo Humanado y a la Mujer de la cual procede, como Reina y Señora coronada por doce estrellas. Ellos reconocen que son deudores de la gracia al Hijo y a la Madre. Entre las muchas iglesias o templos dedicados (180) Hebr., I, 1-8. (181) Fest. Assumption. - 424 -
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