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de las almas. Trabajó lo indecible por preservar a su pueblo de funestos errores y herejías que pululaban en Oriente contra la Encarnación del Verbo y la Ma– dre de Dios. San Cirilo fué enviado por el Sumo Pontífice San Celestino a presidir el Concilio de Efoso. En este Conci– lio se condenó la herejía de Nestorio y se proclamó la divina Maternidad de María. En aquella circunstancia, él compuso una hermosa oración en honor de la Vir– gen Madre, que fué recitada por todos. No es de extrañar que se atrajera las iras de los ad– versarios y le arrojaran de la sede episcopal. El, glo– riándose de sufrir por la verdad, continuó defendiendo con la palabra y con la pluma el dogma de la divina maternidad de María. La Virgen uo dejó de recom– pensar a su fiel siervo con abundante gracias y con el regreso a la sede, adonde fué triunfalmente acogido por su pueblo y donde murió en el ósculo del Señor el 28 de enero de 444, volando su alma a ver a la Madre de Dios, a quien tanto había venerado y defendido en vida. Súplicas.-Adoremos las Tres Personas de la Santí– sima Trinidad· por la parte que cada una tuvo en el misterio de la divina Maternidad. El Eterno Padre la escogió para que fuese Madre de su Hijo Unigénito, Jesús; el Hijo de Dios la aceptó para que fuera su Madre Inmaculada; el Espíritu Santo la acogió por Es– posa y formó en Ella el cuerpo e inspiró el alma ra– cional del Verbo hecho carne. La Santísima Trinidad, obrando este misterio, tenía por fin la redención de la Humanidad y la salvación df" todo el género humano. Debemos congratularnos con María de tanta predilec- - 39....,,.
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