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desde el cielo con una copa vertía el aceite y, _apenas tocabá ef agua, a la tempestad furiosa seguía la calma. "Yo me vi-nos cuenta-como todo rodeado de aceite." Jamá1:, me consideraré digno de tal favor. Luego me ·desperté en un estado delicioso de tránquilidad, me parecía gozar de las delicias del paraíso. Me arrojé de .rodillas ante la Virgen para darle gracias por tan in– signe gracia. Bienaventurados los afügidos que se pos– tran ante la imagen de María y exclaman; Consolatrix Afflictorum, ora pro nobis. Súplicas.-¡Oh Virgen. Inmaculada!, a quien la Iglesia invoca con el dulce título de Consoladora de los Afligidos, a ti recurrimos en las penas, en las afliccio– nes, en los dolores, en las enfermedades, en las desgra– cias, en toda adversidad. A ti recurren los pobres en sus privaciones, los enfermos en sus dolores y los mo– ribundos en sus agonías. ¡Oh Madre nuestra piadosísima! Vuelve a nosotros esos tus ojos llenos de bondad y de misericordia y es– cucha nuestras humildes súplicas. Socórrenos en todas nuestras necesidades espirituales y corporales, tempo– rales y eternas. Líbranos de tantos males como nos afligen por todas partes, especialmente del máximo mal que es el pecado y la eterna condenación. Impetra de tu Hijo misericordioso el arrepentimiento, el perdón y la divina gracia. Consuela nuestra alma en medio de tantas aflicciones y de miserias de todo género. Refrigera y consuela a las almas del Purgatodo con la dulce esperanza de salir luego de aquel lugar de tor– mentos para ir al paraíso y gozar de la presencia de Dios y de tu dulce compañía. Consuela al Vicario de Cristo en la tierra, el Sumo -: 411 -

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