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~eno el árbol, también todos sus frutos; dando al Verbo la· vida según la carne, da también a los miembros místicos la vida según el espíritu. Como por Eva nos vino a todos la muerte, así por María nos vino a todos la vida. Como Eva fué madre de todos los hombres; María, Madre de todos los cris– tianos. Esta maternidad espiritual se confirmó en la Cruz, en el mciinento que se iba a consumar nues– tra redención. El Salvador, moribundo, nos deja la mejor cláusula de su testamento. Dice a su Ma– dre dolorosa, al pie de la cruz, mostrándole a San luan y en éste a todos los discípulos presentes v futuros: He ahí a tu hijo; y a San Juan: He ahí a tu Madre. Seg-iín la tradición cristiana, en estas palabras se declara a todos los regenerados, hijos espirituales de María. Ella nos engendró con su sangre al darnos el ser que tenemos como miem– bros del Cuer'po Místico de Cristo; Ella nos en– gendra por voluntad expresa de ·su Hijo a la luz de. la gracia en medio de las agonías y de los do– lores del Calvaría, tomándonos a su cuidado. Ma– ría Santísíma, como dice Le6n XIII, síendo Madre de Cristo es también de todos los cristianos, ya que nos generó en el monte Calvario entre los supre– mos tormentos del Redentor. Así lo han explicado los· Santos Padres de la - 33 -

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