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blece el primer principio de la nobleza y dignidad de María, quod ipsa sit vere T heotocos, que es Ma– dre natural, verdadera y propia de Dios vivo y verdadero, del Unigénito del Padre. De este prin– cipio se concluye legítimamente que María es Es– posa del Altisimo, Señora de los Angeles, Reina de todos los Santos, Emperatriz del Universo ... Del mismo principio se deduce que fué siempre santísima, siempre llena de la gracia, siempre sin mancha de pecado concebida ~nmaculada. II. MARÍA, MADRE ESPIRITUAL DE LOS HOMBRES La Virgen, en virtud de su divina Maternidad, tiene también la maternidad espiritual sobre todos los hombres. Es nuestra dulcísima Madre y Madre de misericordia. En el momento de la Encarnación del Verbo empezó su Maternidad natural respecto de Jesús, y su maternidad espiritual respecto de nosotros. La razón es muy sencilla. Jesús es el Re y de la Humanidad regenerada, es la cabeza del Cuerpo Místico de la Iglesia, cuyos miembros so– mos nosotros todos los cristianos. Engendrando a la cabeza, debe engendrar también a los miem– bros; siendo Madre de Jesús, debe serlo de todos los que están incorporados a Jesús; llevando en su - 32-

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