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tos, y de éstas pasaron también a las Letanías de la Virgen. Es muy justo que, antes de suplicar a Dios que nos conceda gracias y dones, le pidamos perdón de nuestras culpas. Rogarle que no obstante nues– tra indignidad y nuestra nada nos escuche por piedad y misericordia. Lo que hacemos invocando a Todos los Santos debemos hacer también con la Reina de todos ellos, María Inmaculada. No basta pronunciar estas palabras mecánica– mente; es necesario que las acompañemos con la mente y con espíritu de compunción, a fin de que nuestras invocaciones sean realmente eficaces. Como Jesucristo es Redentor, Mediador univer– sal y causa meritoria de todas las gracias, le roga– mos que nos oiga, escuche e interceda por nos– otros ante el Padre Celestial. - 1: -

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