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· La belleza corporal no se da en todos. Los hom– bres o mujeres que la poseen la pierden por varias causas, v. gr.: de enfermedad, de ancianidad, de muerte ... Se dan. personas hermosas físicamente, pero abominables en su interior; atraen con sus cualidades exteriores, pero repelen por su carácter, por sus costumbres, por su modo de ser. Luego el hombre s6lo puede hacerse amable por las perfec– ciones que le acercan a la perfecci6n divina, por las virtudes que la hacen semejante a Jesús y a María. En una palabra: debemos hacernos amables por la santidad. Nuestra amabilidad debe ser una manifestaci6n de la caridad verdadera, del amor sincero a nuestro pr6jimo. Cuando procuramos amar, servir, asistir, ayudar, agradar al pr6jimo, entonce$ nos hacemos amables. El que sufre, el que sonríe en la contrariedad, el que se sacrifica por complacer, el que quiere a su hermano como a sí mismo, el que da la vida por su amigo, ése es ama– ble, querido, estimado. Se hace amable porque ama de verdad y lo demuestra con sus obras de frater– na caridad. En esta amabilidad que procede de la caridad y de las demás virtudes podemos y debemos imi– tar a la Madre amable, que cuida de nosotros, nos asiste, nos defiende de los enemigos, nos procura los bienes espirituales, nos consuela en las afliccio- - 137-

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