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haga el milágro estupendo de cambiar el agua en vino. El primer milagro de Jesús se realiza por la amabilidad de María. Esta amabilidad continúa hasta el último mo– mento, cuando Jesús mirando a su Madre al pie de la Cruz proclama su maternidad espiritual para con todos los redimidos con su sangre. María re– cibe en sus brazos al divino Redentor, muerto por la salvación de todos. Llena de dolor imprime sus besos maternos mezclados con lágrimas sobre la cárne de Jesús, que es su misma carne. A los tres días resucita glorioso, se aparece a su Madre. j Qué encuentro de alegría! ¿ Quién podrá explicar el gozo de Jesús y de María? Llegado el tiempo de la Ascención, Jesús y María se despiden y se sepa– ran hasta la entrada triunfal de María en la gloria. María ha cumplido el oficio de Madre amabilí– sima con el mis amante y amable de los hombres, Jesús Dios y Hombre verdadero. Pero ésta no era sino la misión e.1Cterior de la ma– ternidad de María; más amable, si cabe, era la mi– si6n interior, o sea la participaci6n espiritu,al en los misterios de Jesús. Sabemos que María lo observa– ba todo, lo conservaba en su memoria, pensaba y reflexionaba todos los particulares en apariencia de poca importancia. El Espíritu Santo la iluminaba y Ella comprendía la alteza, la profundidad y la -135-

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