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va a los hijos de tu Santísimo e !nruaeulado Cora– zón. ( Acta et Decreta Conc. Plena. Americae La– tinae, Roma, 1900.) Es el eco de la devoción de América española al misterio de la Concepción Inmaculada. Es la expresión del amor a la Señora de dos Mundos; a la Virgen Misionera que protegió a los misione– ros del Nuevo Mundo. EJEMPLOs.-Dios y los ángeles protegen de manera especial a las almas puras. Milagrosamente las ha libra– do de las crueldades de los tiranos. Entre tantos ejem– plos como se pueden aducir recordamos a Santa Teó– tila martirizada bajo el emperador Máximo. Expuesta a los insultos de jóvenes disolutos, oraba así a Dios: "Jesús mío, amor mío, mi luz y mi espíritu, cust0dio de mi castidad y de mi vida, mira a tu esposa, corre a socorrerme, a fin de que los lobos no devoren a esta tu ovej ita. ¡ Oh Esposo celestial!, salva a tu esposa, salva mi alma y mi cuerpo." Llevada al lupanar, he aquí que se apareció un Angel e hirió de muerte al primero que se le aproximó; cegó al segundo y castigaba a todos los que se acercaban. ¿ Quién puede obrar contra el Dios de los cristianos? Semejantes ejemplos tenemos en Santa Inés, Santa Cecilia, Santa Lucía y otras muchas de todos los tiempos. Santa Clara de Asís viendo que la soldadesca desen– frenada y furibunda intenta invadir el convento de San Damián, ruega al divino Esposo diciendo: "No permi– táis, Señor, abandonar a las fieras estas almas que en Tí confían." Y tomando en sus manos la Eucaristía dió - l26 -

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