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78 GUÍA DE SUPERIORES No es el modo de proceder de los Santos, los cuales se mostraban llenos de bondad, de compasión, de indul– gencia, de piedad, por las miserias o defectos del próji– mo; jamás se permitían ni intentaban venganzas, dis– cordias, resentimientos; antes solían devolver bien por mal. Aún más, amaban y hacían bien a los enemigos. Recordad los ejemplos de Jesús, de San Esteban. Los Santos no se quejan de sus enemigos, ni de los perse– guidores; no se vengan, sino haciendo bien; devuelven bien por mal. Los Superiores prudentes, antes de proceder, repren– der y castigar, deben informarse de la verdad. No sean fáciles en admitir acusaciones, chismes, críticas, murmuraciones... Deben discernir con cuida– do lo que es verdadera denuncia que procede de la ca– rldad fraterna y del bien común, de los chismes que se originan muchas veces del amor propio, de la envidia, del egoísmo, de las rivalidades... Diremos, en otro lu– gar, que es necesaria la vigilancia de los Superiores so– bre las cosas y las personas, pero ésta es muy distinta de los espías o de los centinelas que, a veces, Superiores, poco prudentes y caritativos, suelen poner para que les informen de todo, les den cuenta de todo... Esto, como es natural, produce la desconfianza del Superior para con los súbditos y de los súbditos con el Superior, y de los súbditos entre sí... ¿Cómo me voy a fiar de un her– mano que sospecho que está puesto por el Superior para que me sirva de espía en todos mis pasos? ... La vigilancia la debe hacer el Superior por sí abier– tamente y con conocimiento de todos... Si hay vigilan– tes, delegados, encargados... de algunas cosas, que sean nombrados públicamente y conocidos de todos y res-
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