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CONF. IV.-DEFECTOS QUE DEBE EVITAR 65 mismas, por momentos, se echaban muchas cadenas y ataduras... Debajo de las cadenas entendí dos géneros de vicios, así de miseria y de flaqueza como de cuidados de cosas temporales, en las cuales más tiempo se pierde que hacienda se llega. Conocí que, siendo un vicio tan sucio y tan pegajoso el de las miserias de la carne, se podrá desasir de él con más facilidad que de ninguno de los demás. Mas, sobre todo, las cadenas de los ambiciosos y soberbios no estaban en otro poder que en el de Luci~ fer, como cabeza de los demás pecados. Y aunque en lo de fuera pregonaban grandeza y fausto, en lo de dentro eran más miserables que todos los demás vicios, porqu·e ninguno de los demás lamía la tierra como aquéstos, co~ mo los que andaban siempre arrastrados por el polvo de sus pretensiones... " (19) . e) Hípocresía. ,El soberbio y ambicioso es también hipócrita. Como conoce que para obtener ,elevados pues– tos JSe necesita reputación de virtud, se cuida de aparecer tal delante de los hombres; se viste por de fuera con los arreos de la virtud, las apariencias de la santidad, estan– do interiormente lleno de podredumbre. Es como un se-– pukro blanqueado; externamente aparece hermoso, e in– ternamente no contiene más que corrupción. El ambicio– so es doble, mentiroso, engañador; usa de política ras– trera, del escándalo farisaico... La humildad huye toda hipocl'esía, simulación, doblez y mentira. El humilde de verdad es sencillo, ingenuo, franco; no le importa que conozcan sus defectos, que murmuren de sus faltas; pre– cisamente ama la humillación y el desprecio, porque se cree pecador e indigno de los honores humanos. (19) Cfr. B. DIEGO DE CÁDIZ, O. C., p. 48-89. 5
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