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CONF. IV.-DEFECTOS QUE DEBE EVITAR 61 de los actos libres del hombre, como si tuviera el don de penetración de espíritus, engañándose con frecuencia mi– serablemente. El presuntuoso se juzga suficiente para guiarse a si mismo en todo: en la vida espiritual, intelectual, en .el gobierno... ; no consulta a directores ni a personas com– petentes, porque se cree más capaz que los otros. El presuntuoso se persuade de que es fuerte, confía en sus virtudes; se expone al peligro y no huye de la ocasión creyendo que puede resistir y vencer; pero Dios permite que caiga en faltas vergonzosas, en pecados gra– ves que le humillen profundamente y le den a conocer su debilidad. Ejemplo tenemos en S. Pedro, que confiado respondió a su divino Maestro: Aunque todos te abando– naren, yo jamás te dejaré, pero no mucho tiempo después le niega hasta tres veces (7) . El presuntuoso no gusta de las virtudes pequeñas y escondidas, que llama de mujercillas y pusilánimes; sólo , ansía las cosas grandes que briUen delante de los hom– bres, que manifiesten su energía y personalidad... Tam– bién suele· despreciar las oraciones breves, las jaculato– rias, los ejercicios sencillos de piedad, las cosas peque– ñas, los medios corrientes de perfección y recogimiento, atendiendo a las cosas grandes, extraordinarias y de mu– cha apariencia... Todo eso nace de la presunción, hija de la soberbia. · b) La ambición. Otro de los principales vicios que proceden de la soberbia es la ambición, la cual consiste en el amor desordenado de la honra, de las, dignidades, del mando sobre los demás. (7) Et si omnes scandalizati fuerint in te, ego numquam scandalizabor. Matt., 26,33.

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