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CONF. Jll,-DOTES CIENTÍFICAS Y CULTURALES 51 frecuencia de principos o visuales pesimistas. Aunque nuestros candidatos vengan muchas veces privados de la educación cívica y religiosa, no es conveniente poner– los en ridículo y despreciarlos, sino instruirlos paternal– mente, perfeccionar los modales, el carácter, las costum– bres. Mostrar con ~l ejemplo e ínstruir dulcemente con las palabras. Como métodos pedagógícos más seguros se han de preferir el positivo al negativo, el preventivo· al represivo. Es siempre meJor enseñar al joven lo que se debe hacer y cómo se debe hacer y luego lo que no se puede hacer y por qué no se puede hacer. Hacer amar la virtud es más eficaz que hacer detestar el vicio con la sanción. Quien llega a persuadirse de amar la virtud, no podrá menos de aborrecer el vicio opuesto. Virtud y vicio son dos términos antitéticos que se excluyen como el sol y la sombra. En el método educativo y gubernativo es necesario excluir un exagerado intelectualismo, de lar– gas disquisiciones teórícas, sobre el bien y el mal, vicio y virtud; es necesario la claridad, el orden y la práctica concreta. Se pueden aplicar al gobierno y a la didáctica educativa las palabras de Séneca: Longum iter per prae– cepta, brev·e et efficax per exempla. Sobre la educación de los jóvenes y de los Hermanos legos volveremos a in– sistir en otros lugares. La S. C. de Seminarios y Universidades, el 21 de di– ciembre de 1944 promulgó una Instrucción en la que ordenaba a los Ordinarios de las Diócesis introducir en los programas de estudios la Pedagogía. Como el pensa– miento de la Iglesia es norma para todos, no .se puede dudar de las ventajas que tal estudio causaría: también en los Institutos religiosos (13). (13) Cfr. AAS., p. 173, 1945.

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