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36 GUÍA DE SUPERIORES Si este espíritu maternal inculca el Papa a las Supe– rioras de los Institutos femeninos, ¿con cuánto mayor motivo se puede aplicar a los Superiores de los Institutos de varones, que suelen ser menos sensibles y afectuosos? Ornato de la bondad paterna son las tres cualidades siguientes: la afabilidad, la condescendencia y la tole– rancia. l. La afabilidad. La afabilidad es una virtud que hace agradable y suave el trato. Mira a la cortesía y be– nignidad de las palabras y a la actitud benévola de las accione:; que proceden de la bondad del corazón y de una fina educación. Tiene como efecto inspirar la con– fianza y conciliar los ánimos, como ya lo dijo Cicerón: "Difficile dictu est quantopere conciliet animos comitas affabilitasque sermonis" (15). Esta afabilidad recomien– da San Buenaventura en el áureo opúsculo Sex alis Se– raphim y de ella trata largamente San Francisco de Sa– les en sus obras. Mostrarse humanos con los inferiores, dejarles que se acerquen, que hablen, que expongan sus necesidades; responderles benignamente con formas cor– teses, bondadosas... No se podrá siempre conceder todo cuanto solicitan, pero que no se alejen del Superior humillados, despre– ciados, exasperados: Que digan en su interior: es un Su– perior que cumple con su deber; es un padre que recibe y trata con amor. 2. La condescendencia. La condescendencia trata de acomodarse a la voluntad de otro; a conceder los per– misos, las dispensas, a decir que sí, mejor que no. Puede haber Superiores que por carácter, por costum– bre, por sistema, tienden a negar todo; a llevar la con- (15) De officiis, II, 14.

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