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24 GUÍA DB SUPERIORES todo le atendiesen en sus necesidades con la caridad y decencia que permite nuestro estado. Conviene, además, que no se complazca con los ho– nores y que no se deleite más en los favores que en las injurias, de tal modo que a causa de dichos honores no cambie sus costumbres, si no fuese para mejorarlas... Le conviene también penetrar en lo posible en el in– terior de los espíritus, a_ fin de indagar la verdad por las ocultas inclinaciones de cada uno. Tenga por sospe– chosas, al principio, toda clase de acusaciones hasta tanto que, previo un diligente examen, Ele descubra la verdad. No dé oídos a la charlatanería y téngalos prudentemente cerrados a las acusaciones, no dándoles fácilmente crédi– to. Por último, debe ser tal que, con pretexto de conser– varse en su cargo, no quebrante ni destruya lo que de consuno exigen la justicia y la equidad, de tal modo que, por ser excesivamente riguroso, no ocasione la ruina es– piritual de alguno, ni por la excesiva condescendencia fomente la tibieza, ni tampoco por la demasiada indul– gencia sea causa de que se relaje la disciplina regular, y así sea respetado y amado por todos. Considere siem– pre y juzgue que el oficio de la prelacía es para él más bien una pesada carga qu,e un honor. Quisiera, además, que se asociase a algunos compañe– ros dotados de gravedad de costumbres, en nada condes– cendientes con la propia voluntad, esforzados en la ad– versidad, piadosos y compasivos con los delincuentes, afectuosos igualmente para con todos, no buscando otra recompensa, en sus trabajos, sino lo puramente necesa– rio para el cuerpo, y no deseando otra cosa, sino la glo– ria de Dios, el provecho de la Orden, el mérito espiritual de la propia alma y la salvación eterna de todos los reli-

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