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CONF. I.-SOBRIE LA SUPERIORIDAD 23 dencia. Después de la oración, debe ponerse a disposición de los súbditos para escuchar sus peticiones, responder– les con caridad y atender solícito y paciente al socorro de sus necesidades. No debe incurrir en el defecto de ser aceptador de personas, de tal modo que no cuide menos de los sen– cillos y sin letras que de los sabios e instruídos. El cual, si estuviese adornado con el don de la ciencia, procure sobresalir más como ejemplar de buenas costumbres, de piedad y sencillez, de paciencia y humildad; fomente las virtudes en sí y en los demás, y ejercítese continuamente en inculcarlas a todos, enseñando en todo, esto más con el ejemplo que con la palabra. Sea enemigo de la pecunia o dinero, que constituye la más terrible corruptela de nuestro estado y profesión, y, considerándose como ca– beza y modelo que deben imitar todos, guárdese muy bien de abusar de las prerrogativas de su cargo... Es– fuércese piadosamente en consolar a los afligidos. ya que éste es el último consuelo de los atribulados, a fin de que, si no llegan a encontrar en él .. el remedio a su congoja, no se les haga ésta intolerable. Para convertir en mansos a los protervos, procure humillarse a sí mis– mo y no dude perder algo de su derecho con tal de pro– curar salvar el alma de los demás. Extienda las ent~añas de su piedad hacia los extra~ viadas de la Orden, como a ovejas que perecieron, y nunca les niegue su misericordia, teniendo presente que son más violentas aquellas tentaciones que conducen a tan lastimeras caídas, y si el Señor permitiese que a él le asaltasen, acaso cayera en un abismo más profundo. Quisiera que por todos fuese tratado con gran sumisión y respeto .como Vicario de Jesucristo y que todos y en
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