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22 GUÍA DE SUPERIORES res. Es lln verdadero retrato de lo que debe ser un Su– perior franciscano. Dice así: "Era tan grande el celo que tenía Francisco de que su Orden se conservase en el estado de perfección de su Regla, que muchas veces pensaba quién sería apto, después de que él muriese, para el gobierno de toda la Orden y para conservar en ella, con el auxilio del Señor, la perfección religiosa; y no encontraba ninguno idóneo para esto. De aquí que, hallándose próximo a la muerte, le dijo un religioso: Padre, ·tú marcharás a gozar del Señor; pero, en cambio, estos religiosos que te han seguido permanecerán en este valle de lágrimas; indícanos, pues, alguno, si lo conoces, de los de la Orden, que te satis– faga por completo y a quien se le pueda confiar dig– namente el cargo de Ministro General de la Orden. A esta indicación respondió el bienaventurado Fran– cisco acompañando sus palabras con grandes suspiros: "¡Ay de mí, hijo mío!, que apenas encuentro uno que me parezca digno caudillo de un ejército tan grande y variado, y buen pastor de un rebaño tan numeroso; sin embargo, os haré el retrato de cómo debería ser el ca– pitán y pastor de esta Orden. Este tal debía _ser hombre irreprensible en su vida, de una discreción a toda prue– ba, recomendado por su buena fama, sin amistades par– ticulares, no sea que, inclinándose a un lado más que a otro, ocasione algún escándalo entre los religiosos. Debe ser muy inclinado a la oración, pero en tal manera, que dedique ciertas horas del día al provecho de su alma, y otras, al cuidado de sus súbditos: pues debe comenzar el día celebrando el santo sacrificio de la misa, acto en el cual debe encomendarse con gran devoción a sí mis– mo y a sus religiosos a la protección de la divina Provi-
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